Hace un tiempo que mantuve una reunión con el «Delegado» de una, voy a denominarla asociación, que actua a nivel nacional y que en sus «principios actuacionales» encuentro puntos de coincidencia, con lo que me interesé en el funcionamiento.
Durante la reunión mantuvimos puntos similares en planteamientos que podían regir esa actuación y le insté a que como «Delegado» tomase la iniciativa para la organización de una nueva reunión donde poder concretar estas actuaciones…. Aún estoy esperando una respuesta.
Lo que sí me llevé de esa reunión fueron dos tipos de tarjeta de presentación personal del individuo con el que me reuní, y que dejaba bastante claro que el mantenía el estatus de «Delegado para la Comunidad»; ahora bien, en la mencionada reunión en ningún momento me trasladó la gestión ni que estaba haciendo en la entidad, ni la que proyectaba hacer…es decir, no había contenido alguno, pero sospecho que a él la idea le gustaba, aunque la realidad con la que conectaba iba por otro sitio.
Mantenemos unos sesgos a la hora de cubrir nuestras necesidades, y cuando en las cosas epecíficas de «hacer», en las cosas concretas no las hayamos, nos podemos sumergir en fantasias que las cubran. Es muy fácil que en una persona se confunda dos cosas muy distintas, que en ocasiones concurren, y es la de confundir «conocido» y «relevante» : Fernando Alonso (piloto de Fórmula 1) es un tipo muy conocido, y que además es campeón del mundo, por contra Belen Esteban es muy conocida, sin más, pero en algunos contextos y para muchas personas «es muy relevante», aunque ¿qué contenido tiene esa relevancia?
Es algo con lo que con frecuencia me encuentro: personas que hacen ostentación de su status, aunque cuando entramos en el detalle de cómo se materializa ahí no existe nada; pero para esa persona le es útil, porque le hace «sentirse bien», creer que «el nombre de la cosa, es en sí la cosa nombrada», sólo por el «hecho de serlo»
Resulta recomendable que ideas que mantenmos sobre nosotros les sigamos la pista en la realidad, cómo estamos materializándolas en el mundo en cosas concretas, y no sólo en una tarjeta de visita, por muy bonita que esta quede.