Ser y Formas

El lenguaje es la  herramienta que utilizamos para simplificar la experiencia del mundo  y hacerla comprensible, es nuestra forma de objetivizar nuestro pensar, sentir o hacer, y como tal nos es muy útil, aunque también tiene sus debilidades, ya que reducen en exceso la experiencia y solemos confundir la etiqueta de algo, con el proceso que intenta simplificar: «el nombre no es la cosa»

Así también lo hacemos con las personas y con nosotros mismos, claro. Yo puedo expresar: «soy Manuel» y a este nombre le tengo asociado mi sentido de identidad, aunque en realidad, «Manuel» no deja de ser una etiqueta que me han colocado mis padres, y que después yo he asumido, y la empleo a modo de tarjeta de presentación hacia los demás, y así los otros, cuando se refieran a mi y me nombren, tendrán la ilusión de entender de quien están hablando, aunque muy probablemente cada uno tendrá una percepción muy distinta de quien soy yo.

Otra confusión muy habitual que solemos hacer, es confundir nuestra identidad con las «formas de expresarnos, de exteriorizarnos»; y así si alguien la primera vez que me vió lo hizo viéndome «bostezar» (por ejemplo), es muy probable, que yo sea «Manuel, el que bosteza»; y yo claro que en mi vida concreta me expreso de una determinada forma, aunque para definirme como identidad, yo soy todas las formas habidas y por haber que en cualquier contexto puedo desarrollar a lo largo de mi vida.

Nuestra identidad, es aquello con lo que podemos contactar individualmente y que ha permanecido inalterable a lo largo de mi desarrollo. Esa conciencia que mantengo sobre mi, ahora que tengo 47 años o la que mantenía cuando tenía 15 años, aunque las conductas exteriorizadas sean muy distintas. Así, hay una clara diferenciación entre «las conductas que realizo y por tanto modificables y pasajeras» (formas) de lo que realmente soy (ser).

Esta ausencia en la distinción, genera mucha conflictividad en nuestra vida, y que es constatable a poco que pongamos nuestra atención, en la forma en la que aprendemos a enjuiciarnos a nosotros y por extensión a cómo lo hacemos con los otros; teniendo en cuenta, que tampoco aprendemos a mantener un equilibrio en los juicios.

Todo esto, requiere de un aprendizaje en habilidades y como tales se pueden adquirir y desarrollar. Es otra faceta de mi trabajo de la que te puedes beneficiar.

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