Aparente Sensibilización

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Estuve visitando ayer en Valencia la feria de Biocultura. El balance es muy desigual, ya que hay una mezcla de asuntos que a priori pueden tener un interés, a los más triviales y a los que personalmente no presto la más mínima atención.

A la hora de comer se había  habilitado un lugar donde podías sentarte y compartir mesa con otras personas también visitantes. Coincidí con dos señoras de mediana a las que indirectamente estuve observando. Una de ellas se estuvo pasando por todo el rostro y cuello una especie de piedra de cristal (desconozco los teóricos beneficios de la práctica), mientras comentaba con la compañera todas las charlas a las que había asistido por la mañana y el lamento por no poder compatibilizar la asistencia con otras que a su juicio «eran muy interesantes». La compañera a su vez, le hablaba de la atención que debía de prestar a la alimentación desarrollando todo su saber entorno a los alimentos adecuados, formas de prepararlos, compatibilidad…mientras permanecía en una posición física que transmitía -al menos en mi percepción- rigidez.

Describo esta anécdota como forma de ilustrar lo que muchas personas entienden que es la «conciencia personal» basada en el interés de temas relacionados con la «salud personal», saltando de un tema a otro, constantemente chequeando que es lo que falta para «por fin» encontrar un teórico estado de plenitud de una forma obsesiva, que paradójicamente conduce a todo lo contrario: a llevar su atención «a lo que les falta interiormente» buscando la solución «en lo último que ha llegado del exterior».

Es bastante habitual que cuando hacemos un chequeo de cualquier campo de nuestra existencia, ya sea a nivel personal fisico, mental, emocional, relaciones de pareja, trabajo, social…llevemos nuestra atención a lo que «consideramos que nos falta». Lo cual es útil, ya que sobre ello podemos construir en dirección a rellenar su ausencia, aunque si esto no va a acompasado de identificar a la vez «lo que ya tenemos», se puede convertir en una obsesión, que vaya direccionando nuestros puntos de atención.

Cuando terminé de comer, me despedí de las dos señoras protagonistas de la anécdota que he relatado, pero ellas se encontraban tan aparentemente centradas en sí, que desconectaron de lo que ocurría en el entorno y no escucharon mi voz. Después las vi en la cola de una charla que se iba impartir acerca de las teóricas «propiedades de beber agua de mar y sus beneficios para la salud». Tengo la intuición que les resultaría «la mar de interesante», aunque su «equilibrio y salud» constantemente seguirán requiriendo de otros remedios, porque no hay forma de encontrar esa perfección idealizada.

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