Inocente de Mi

Este mediodia viendo un telediario, he aguantado los primeros quince minutos entre imágenes de protestas, disturbios, agresividad, apoyados todos por la exaltada presentación de los conductores del programa.

No hay cosa más rentable aparentemente  que hacerse la víctima, que favorecer una auto compasión; e incluso hay personas que llegan hacer de eso su profesión, y que necesitan de esa conflictividad para sobrervivir, con lo que es complicado que renuncien a ella.

Hará un par de semanas comentando con un amigo situaciones que vivimos en España, él aportaba que lo de «estar deprimido» le resultaba una «enfermedad de gente que se lo podía permitir», porque en su país la gente bastante tiene con poder «llevarse algo a la boca»; y efectivamente es una cuestión de ir cubriendo necesidades, y lo que está ocurriendo es que cubrir esas necesidades en el contexto español, cada vez, para muchas personas se está haciendo más desafiante; aunque eso no significa, que cuando tenían más facilidad para cubrirlas estuviesen en disposición de valorar ese hecho, ya que entonces la queja era igual de habitual.

El mundo es hostil, duro, áspero y toda transformación que hemos operado en él siempre ha tenido unos efectos secundarios. No existe la quimera del mundo ideal para siete mil millones de habitantes, porque los seres humanos somos complejos, como también lo son las culturas que generamos a nuestro alrededor, muchas de ellas incompatibles. Con todas nuestras miserias hemos venido al mundo en uno de los lugares más favorecidos de la tierra, con una calidad de vida que para ellos la quisieran muchos.

En muchas ocasiones lo que he comentado y sigo manteniendo, que aquí no hay inocentes, hay grados de responsabilidad, y mientras cada uno de nosotros no asumamos de forma auto crítica la que mantenemos, dificilmente podremos orientarnos en soluciones que no pasen por la prioridad de «primero lo mio», porque «el culpable siempre es el otro». Todo el resto serán parches, soluciones improvisadas que incrementan la presencia de los conflictos.

Es muy fácil cuando se plantean las cosas de una forma muy general, que resulte laborioso el conectarlo con nuestro caso particular. En lo que tengo experimentado, la gente «se escapa», para hablar de políticos, situaciones económicas, capitalismo…y todos los «ismos» que querais añadir. Pensar que a una situación personal se ha llegado -en muchas ocasiones- , también porque él ha favorecido el estar ahí, resulta mucho más improbable de admitir, porque ente otras cosas tampoco se facilita a través de nuestra cultura la percepción de que nuestra vida es un proceso en el que nosotros no sólo somos meros espectadores, en un escenario que efectivamente, no elegimos su decorado, aunque sí influimos y mucho la opción que decidimos tomar en él.

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