Esta mañana he escuchado parte de un programa de radio donde se abordaban distintas reflexiones por parte de algunos «expertos» de no sabe muy bien qué ya que de todo parecen serlo; nada nuevo, a casi cada momento en cualquier medio no lo encontramos.
Bien, pasadas estas «spuestas racionales reflexiones» han derivado en el tema de los «fantasmas», y me ha resultado muy llamativo porque desde el principio por el mero hecho de sólo nombrarlos pareciera como si cobrasen existencia, a la que ninguno de los participantes ha manifestado su más mínimo oposición, lanzándose todos a relatar la experiencia que ellos han mantenido con estas supuestas «entidades»
Entiendo que pueda tener su parte de utilidad en un sentido de ocupar un tiempo, de atraer la atención de personas que tienden a sentir una fascinación por todo este tipo de temas, de una repercusión en los índices de audiencia del programa, de una mayor recaudación en ingresos por publicidad; pero claro, en el fondo lo que está quedando en evidencia es que si acepto una realidad como es la de la «existencia de fantasmas», ¿cuantas seudo realidades puedo construirme y aceptar? y estando en un medio de supuesta «información», cuántas realidades puedo estar difundiendo de una forma completamente iresponsable.
Así los medios, funcionando desde estos modelos de eclecticismo son constantes generadores de realidades inventadas, construidas y que empujan a sus seguidores a que las acepten cómo válidas y a no cuestionarlas, ya que los hacedores tienen el «sello y estatus de expertos»
El químico y periodista Carlos Elías se ocupa en un ensayo que recomiendo: «La razón estrangulada» precisamente de analizar el qué, cómo y la razón de este asunto en los medios de comunicación. De cómo la cultura mediática constriñe y dificulta el desarrollo de la ciencia: fomento de explicaciones simples, en detrimento de exploraciones más amplías.